domingo, 3 de marzo de 2013

Secuestros virtuales: la nueva moda delictiva



Los secuestros virtuales comenzaron a repetirse de manera preocupante en La Rioja. En el verano hubo varios casos, sin contar todos aquellos en que las víctimas no denuncian. De pedir códigos de tarjetas los delincuentes pasaron a exigir giros y dinero en efectivo.
En un determinado momento se había puesto de moda que llamaran a la casa de alguien al azar y engatusaran al que atendía asegurando que había sido beneficiado con el sorteo de un auto, pero que para obtenerlo tenía que comprar 10 tarjetas de teléfono de 50 pesos por ejemplo, y dictarles el código. Por supuesto que luego de obtener lo que buscaban les cortaban porque era un engaño. En ese momento se sospechaba que los autores de este ardid eran personas privadas de su libertad en algún servicio penitenciario.
 
Sin embargo, la estafa fue tomando ribetes cada vez más sofisticados. Actualmente llaman también a los teléfonos fijos, algunas veces dicen primero ser de Accidentes Viales y que se comunican para comunicar el accidente de un familiar. Esto le sucedió a una familia de la Capital que prefiere mantener el anonimato. Le relataron a DataRioja que el primer viernes de febrero, una mujer mayor de 70 años recibió una llamada en su casa de parte de un supuesto policía del interior. Ante el aturdimiento de la mujer aprovecharon para sacarle más información. Luego, cambiaron el discurso y le informaron que tenían secuestrada a su hija y que para recuperarla debían llevar el dinero a un hipermercado local sobre avenida Perón. Les pidieron 10 mil pesos. Finalmente el engaño no se concretó porque la familia llamó a la supuesta secuestrada y resultó que estaba durmiendo la siesta. La mujer que recibió el llamado, ante el susto, tuvo un fuerte dolor en el pecho por el que tuvo que hacer una consulta médica.
 
Otro de los casos en los que si se concretó el engaño fue en Villa Unión. El 21 de febrero los autores del secuestro virtual llamaron a un empresario de Villa Unión y le exigieron que realizara varios giros postales en concepto de rescate por su mujer.
 
Según ratificó la información el comisario Walter Pereyra, segundo jefe de la Unidad Regional de Villa Unión, los delincuentes que simularon el secuestro recibieron 10 mil pesos. Las víctimas en esta ocasión fueron los integrantes de la familia del empresario Jorge Vergara.
 
Los delincuentes se contactaron vía teléfono, por separado con los integrantes de la familia. A la madre le informaron que tenían secuestrada a su hija y hasta le hicieron escuchar a una chica que lloraba. A la hija le manifestaron que lo tenían a su padre, y al hombre que la tenían a su mujer. De esta manera los delincuentes los tuvieron incomunicados y a merced de ellos.
 
Así Vergara cumplió con el pedido y realizó unos cuatro giros postales en la sucursal del Correo Argentino, por un monto superior a los 10 mil pesos, y al perder la comunicación con los delincuentes decidió hacer la denuncia. Para cuando la Policía intervino y se dio con que todos los integrantes de la familia estaban bien y que se trataba de un engaño.
 
Luego trascendió que los delincuentes llegaron a cobrar dinero que retiraron por ventanilla en una sucursal de Western Union, en Córdoba.
 
Hasta el momento la Policía, que investiga el hecho, no tiene información sobre quiénes podrían ser los autores. Pero la versión que circula desde hace varios meses respecto a este tipo de delito es que suelen ser personas privadas de la libertad. En el caso del intento de secuestro virtual descrito más arriba y que ocurrió en Capital, los delincuentes exigían que la persona sin cortar el fijo los llamara desde su celular a uno que ellos le dictaron, con característica de Buenos Aires, y así supuestamente continuar controlados mientras iban a entregar el dinero. 
 
Algo similar ocurrió en Aimogasta, unos días después de lo que ocurrió en Villa Unión.  El mismo modus operando: un llamado da cuenta del secuestro de un familiar, el pedido de dinero para su liberación y los gritos como “prueba”.
 
El comisario Roque Jaime, jefe de la Unidad Regional III, informó a los medios que las dos denuncias fueron receptadas con minutos de diferencia, el 22 de febrero. Tuvieron como damnificadas a dos familias del medio, de apellido Fernández e Iglesias.
 
En ambos casos, los delincuentes llamaron a teléfonos fijos y se manejaron de manera similar. En el primer caso, se comunicaron con el jefe de familia, a quien dijeron que su esposa había tenido un accidente y que había sido secuestrada.
 
El pidió a los presuntos captores una prueba de la captura y, entonces, escuchó del otro lado de la línea los gritos de una mujer. Sin embargo, el damnificado les dijo que no reconocía la voz femenina y los delincuentes colgaron. De inmediato, Fernández llamó al 101 y puso en alerta a la Policía. Desde la dependencia, los efectivos llamaron a la supuesta víctima del secuestro, quien les confirmó que se encontraba sana y salva.
 
Casi sin variaciones fue el caso de la familia Iglesias, salvo que, esta vez, quien atendió el teléfono fue la esposa. También en este caso los delincuentes le informaron que su marido había sido víctima de un accidente y un posterior secuestro. Cuando la señora pidió detalles del hecho, los desconcertados delincuentes cortaron la comunicación. Entonces, la mujer llamó a la Policía y dio cuenta del hecho. El resultado, ante la intervención policial, fue la misma: cuando los efectivos llamaron al supuesto secuestrado, él les informó que estaba trabajando, como cada día.
 
Aunque en ambos casos los objetivos delictivos no llegaron a realizarse, al receptar las denuncias, la Policía inició sendas investigaciones, bajo la supervisión de la Justicia. “Estamos trabajando”, aseguró Jaime, quien contó que ya se pidieron oficios para que el departamento policial de Análisis de las Comunicaciones investigue el origen de los llamados, entre otras actuaciones.
 
Desde la Policía también se admitió que las extorsiones y estafas realizadas a través de falsos secuestros de personas, tuvieron sus primeras apariciones a fines de año pasado. Dijeron que fue Chilecito el primer departamento elegido por los delincuentes. En las últimas horas del 2012, la Unidad Regional II receptó dos denuncias por estos hechos, según informaron aquella vez fuentes policiales. Una de las familias damnificadas llegó a abonar cinco mil pesos por el rescate de un familiar, que nunca estuvo en su poder. A fines de enero último, Chilecito volvió a tener noticia de otro falso secuestro, que esta vez involucró a la familia del concejal Sebastián Gutiérrez.
 
Al parecer, esta modalidad también se concretó en otras provincias. La última noticia es que los gerentes de dos hoteles de la capital de Catamarca también fueron víctimas de este engaño. A uno de ellos le pidieron la suma de 30 mil pesos para liberar a un conocido, utilizando idéntica estrategia a los casos de Aimogasta. Ambos secuestros fueron confirmados como falsos y los delincuentes se quedaron con las manos vacías.
 
Sin embargo, se estima que la cantidad de los delitos es mayor, solo que al no concretarse el engaño muchas de las víctimas no hacen la denuncia. La Policía y los organismos de Seguridad deberían comunicar con mayor celeridad cuando ocurre este tipo de delitos y mantener así advertida a la comunidad. Y la vez, deberían fomentar que las víctimas hagan las denuncias respectivas.

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