miércoles, 23 de enero de 2013

La cara oculta de un pueblo que convive con el miedo, la contaminación y la muerte


NONOGASTA






El miércoles 9 llegué a Nonogasta en La Rioja a la hora de la siesta. El calor se hacía sentir. Allí me estaba esperando un vecino del lugar. Lo note nervioso y un poco inquieto. Defender el derecho a la vida y a vivir en un ambiente sano pareciera ser algo “riesgoso” en algunos pueblos y ciudades de la Argentina… y claro, Nonogasta no es la excepción.
Desde que algunos vecinos comenzaron a alzar la voz contra la Curtiembre del Grupo brasileño Bom Retiro (ex Yoma), las amenazas y los “aprietes” son moneda corriente. En la cuarta ciudad de la provincia de la Rioja confluye una actividad productiva con más de seis bodegas, fábricas de aceite de oliva y una enorme actividad hortícola… pero hay 4 palabras que son tabú: CURTIEMBRE, CROMO, CONTAMINACION y ENFERMEDAD. Muy pocas personas se animan a hablar por miedo a “que les pase algo”, a perder su puesto de trabajo o la dádiva que el funcionario o el puntero político de turno le otorgan para subsistir… a cambio de su silencio. 

Todos saben que desde hace 27 años conviven con la muerte a escasos metros de sus casas, pero de eso no se habla. Todos saben que los chicos se enferman y mueren pero ya es algo tan común que hasta parece no conmoverlos. Todos saben de las enfermedades de la piel, de la sorprendente cantidad de chicos con malformaciones y labio leporino que se dan año tras año… pero en Nonogasta “manda” el miedo.

Las cifras recabadas realmente asustan: de 2007 a 2011 se contabilizaron 203 casos de cáncer, de los cuales 150 han tenido un desenlace fatal. Sólo en 2012, siete bebes murieron: 4 antes de nacer, dos a los 2 y 3 meses respectivamente y 1 hace poquito tiempo a horas de nacer. Todos a causa de malformaciones. Resulta alarmante también los casos de muerte súbita en adolescentes y jóvenes: 4 al menos el año pasado. Estos datos son los que trascendieron pero son muchísimos más.

La ex curtiembre Yoma procesa alrededor de 6000 cueros al día y utiliza para ello unos 3 millones de litros de agua… y cromo (entre otras muchas sustancias altamente tóxicas y contaminantes). Todos los desechos y residuos del curtido, van a parar sin tratamiento alguno mediante tuberías a un predio ubicado detrás de la empresa en donde se depositan en enormes piletones de unos 40 metros de largo, por 30 de ancho y unos 2 metros de profundidad sin aislación ni recubrimiento que evite el contacto directo con el suelo. Millones de litros de contaminantes son absorbidos por las napas de agua y evaporados en el aire por el abrazante sol riojano.

Hacia allá me dirigí transitando el cauce de un río en ese momento sin agua. Ya a poco de transitar unos metros, el olor se hace insoportable y por momentos el aire se impregna de un hedor ácido que lo torna irrespirable. Sigo caminando observo hacia el lado de la curtiembre, una planta de tratamiento de efluentes flamante… tan flamante que ni siquiera funciona. Se construyó para cumplir con una mera formalidad y justificar un préstamo millonario que le otorgara en 2007 el Estado Nacional y Provincial a la curtiembre (foto 1).

A pocos metros de ahí, me encuentro con una enorme pileta de aguas negras y de olor nauseabundo a la cual se accede por una especie de zanja. (Mas tarde los vecinos me contaron que las realizan para descargar esos líquidos al río cuando viene crecido) (foto 2).

No puedo evitar mirar hacia mí alrededor, las casas están a escasos 100 metros del lugar. Se escuchan niños jugando a la pelota. Increíble. Continúo internándome en el predio. Veo cámaras de seguridad así que me muevo con cautela y atento a cualquier movimiento extraño. Llego a una enorme tubería que viene de la curtiembre y por un puente, atraviesa el río (foto 3). Es un caño de unos 20 cm de diámetro (foto 4).

Cruzo el puente, y la imagen me deja paralizado: Cientos de litros de un líquido verde se vierten así sin más al suelo, corren por una especie de canaleta que el mismo ha orado en la tierra y se pierden en una enorme pileta. Son las aguas residuales del proceso de curtido (foto 5).

Detrás de esa pileta, otra. Y otra. Y otra… El olor es insoportable. Hacia la izquierda me llaman la atención unos enormes terraplenes. Son mas desechos (que se decantan en las piletas luego de drenarse y evaporarse los líquidos) y restos de cuero enterrados (foto 6).

Más allá, una enorme pila de desechos color celeste (foto 7), secándose a la espera de “desaparecer” bajo una nueva capa de tierra y convertirse en un terraplén mas. Sigo avanzando. Adelante un enorme pozo cavado en la tierra donde se tiran todo tipo de desechos, también provenientes de la curtiembre (Foto 8).

Y siguen las piletas, una tras otra. Son cerca de 120 en total. Unas repletas de líquidos residuales, otras listas para ser llenadas prontamente. Mas avanzo, más me acerco sin querer a la ruta. Se ven los vehículos pasar a pocos metros de donde estoy. Se escucha a lo lejos el motor de una moto o de un cuatriciclo y recuerdo las cámaras de seguridad. Es hora de salir. Camino en dirección a la ruta, cruzo un alambrado. Ya estoy afuera. Miro hacia el predio y resulta increíble pensar que detrás de esos arbustos se encuentre tamaña fuente de contaminación. Vuelvo a Nonogasta caminando por el irónicamente llamado “Camino de la Vida”, un circuito aeróbico construido sobre el antiguo camino que unía Chilecito con Nonogasta. Allí me esperan los vecinos para despedirme. Uno de ellos me dice: -Venga que le quiero mostrar una cosita mas– y camino a la terminal de micros me lleva hasta una perforación realizada por la empresa minera Barrick en los tiempos en que pensaba explotar el Cerro Famatina. Increíblemente como el agua de pozo no le resulta útil para el proceso de curtido, la curtiembre CBR utiliza el agua de las vertientes de la zona… el agua de la perforación (que extraen ahí, a escasos 200 metros de las piletas de desechos) la inyectan directamente a la red domiciliaria para que la consuma la gente (foto 9).

El micro ya ingresó a la terminal así que apuro el paso. El olor nauseabundo todavía da vueltas por mi nariz. Así se vive en Nonogasta. Muchos prefieren callar. Otros alzan su voz, por ellos y por generaciones futuras. A pesar del miedo, a pesar de todo.


Texto y fotografías: Fernando Berdugo para Diario Ipodagua.com 

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