miércoles, 13 de junio de 2012

Ninguna universidad argentina figura en el top 10 latinoamericano





En la carrera académica de América Latina, las universidades argentinas, tanto las públicas como las privadas, se están quedando atrás. Así lo demuestra el ranking 2012 realizado por QS World University, uno de los más prestigiosos a nivel mundial. La Universidad de Buenos Aires, que el año pasado figuraba en el octavo puesto, ahora está undécima. Dentro del top 20, donde hasta 2011 figuraban cinco casas de estudios superiores del país, ahora sólo acompaña a la UBA la Universidad Católica, que bajó del sitio 17 al 20.

Las universidades nacionales de Córdoba (18° en 2011) y La Plata (20° el año pasado) retrocedieron cuatro lugares y la caída más notoria, entre las que ocupan los 30 primeros lugares, es la de la Universidad Austral, que pasó del puesto 13 al 27.

“El serio revés que sufrieron las universidades argentinas es uno de los principales temas de conversación sobre los resultados”, destaca QS en el análisis del informe que se publica hoy en todo el mundo. La baja performance argentina resalta aún más por la situación de estabilidad del resto: en el último año permanecieron inalterables los siete primeros lugares, liderados por la Universidad de San Pablo que, por segundo año consecutivo, afianza su status como la mejor universidad latinoamericana. La caída argentina fue mejor aprovechada por Chile, que ubicó cuatro universidades entre las diez primeras, por delante de Brasil con tres, México con dos y Colombia con una.

Como ocurre en el terreno competitivo que supone establecer un ranking, las explicaciones hay que buscarlas tanto en las virtudes ajenas como en los defectos propios. “Mientras el sistema universitario argentino resalta por su carácter inclusivo, éste se enfrenta ahora al gran reto de seguir el ritmo, en cuanto a desarrollo, de las universidades de Brasil, México y Chile” opinó para Clarín Danny Byrne, editor de TopUniversities.com donde se publica el ranking.

Resaltó que “el incremento de la proporción alumno/profesor y la caída de su reputación entre empleadores y académicos” como los principales causantes de la actual tendencia descendente argentina. Ninguna de las 5 primeras universidades pública del país figura entre las 150 que poseen la mejor relación alumno por profesor, y tampoco aparecen entre las 100 de América Latina que están a la cabeza en la proporción de doctorados dentro de su plantel docente.

Por su parte, las universidades privadas, como la Austral o la San Andrés (bajó del puesto 48 al 49) tienen una menor proporción de estudiantes por docente respecto de las públicas. Y la Universidad Torcuato Di Tella (cayó del 26° al 52°) y el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (del 50° al 56°) son de las mejores en el continente en cuanto a la proporción de doctores dentro de su staff. Sin embargo, advierte Byrne, “mientras las universidades públicas luchan para mantenerse al día en términos de recursos y aún siguen bien consideradas entre académicos y empresarios, las privadas –que muestran en general una mejor prestación de servicios– no están tan bien evaluadas dentro de la comunidad académica ni producen una gran cantidad de trabajos de investigación”.

Un mes atrás se realizó en la ciudad de México el encuentro Las Universidades Latinoamericanas ante los rankings internacionales. Hebe Roig participó en representación de la UBA, una de las cuatro convocantes de la reunión junto a la UNAM, la Universidad de Chile y la Universidad Nacional de Colombia. “Los índices no necesariamente reflejan la calidad de los estudios universitarios”, opinó la especialista en evaluación universitaria, que consideró “escasos” a los indicadores que se tienen en cuenta. “En América Latina y en particular en Argentina, las universidades realizan actividades culturales y de extensión que no son contempladas por esos índices”, dijo Roig. Agregó que una de las propuestas del encuentro, que finalmente no prosperó, fue la de impulsar la realización de rankings que contemplen el entorno cultural universitario latinoamericano.

“Las clasificaciones son ejercicios relativos”, admitió Byrne, que de todos modos evaluó que las universidades latinoamericanas deben esforzarse aún más para no perder el tren académico. Y consideró que “en una región tan dinámica en la que el crecimiento económico general, el desarrollo social, la expansión de la demanda y un mayor énfasis en la financiación de la educación superior se están acelerando el ritmo del cambio, las universidades deben mejorar para permanecer en el mismo lugar”.

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