jueves, 24 de diciembre de 2009

Los martirios de todas las Nochebuenas



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Uno llega a ellas tenso por haber tenido que pelear con hordas de iguales para poder comprar regalos a último momento en Navidad, por haber gastado la plata que no tenía y por tener que ver a parientes que no soporta



Todos sabemos que la Nochebuena es, básicamente, una noche de cansados. Uno llega a ellas tenso por haber tenido que pelear con hordas de iguales para poder comprar regalos a último momento, por haber gastado la plata que no tenía y por tener que ver a parientes que no soporta. Los navidólogos identifican 10 martirios principales que convierten a esta cita anual en uno de los hechos más insufribles de la vida de cualquier ser humano.

1) Los "bailables" de las radios. Casi siempre están hechos por los peores conductores disponibles, quienes se esmeran en concentrar, a lo largo de 4 o 6 horas, la peor música posible, tabicada con las reflexiones y los saludos. Tampoco falta la emoción "por los que ya no están", y todo por ese estilo.

2) La pirotecnia. Si algo se transmite de generación en generación de manera infaltable, eso es la tontera. Así, vemos a los viejos, junto a los adultos, adoctrinar a niños sobre la forma de rmolestarcon cohetes, bombas y otros elementos pirotécnicos que además de aturdir repedo huelen de la peor manera. Por suerte, de tanto en tanto alguien se saca una mano con esos juegos, módica revancha de quienes los padecen pasivamente.

3) Las compras previas. Cada año nos prometemos que al siguiente no dejaremos las compras navideñas para último momento, y cada año nos molestamos. Adquirir un simple pollo, o conseguir un Hombre Araña que mueva los brazos, se convierte en una epopeya más dramática que un rescate en el Himalaya.

4) La gente tapón. Se relaciona con el punto anterior. En días normales, en el centro sólo hay gente comprando. Los 23 y 24 de diciembre, sin embargo, la zona es invadida por hombres y mujeres que sólo van a entorpecer. No compran, no miran, no pasean. Sólo están delante de uno, como caminando pero sin caminar, o haciendo una fila de nada para bloquear un pasillo, o hablando sobre hemorroides justo en la góndola que uno quiere ver. Si uno no consiguió lo que buscaba, los volverá a encontrar en otros comercios.

5) Los vendedores. Los puesteros de las ferias de ex "ambulantes" son pesados todo el año con su típica pregunta de "¿qué anda buscando?", cruzada cientos de veces como una zancadilla mientras uno camina entre los puestos. Pero en vísperas de Navidad se perfeccionan y potencian. Responder "ando buscando que no me molesten" no sirve. Uno se siente mala gente, encima.

6) Los comerciantes chantas. ¿Por qué el juguete que en un lado sale 30 en otro puede valer el doble? ¿Hay una parte de la ciudad que está dentro de la Unión Europea y nadie nos avisó?

7) Las películas relacionadas, del modo que sea, con la Navidad y/o Papá Noel. Las hay dramáticas, en plan comedia o en onda thriller. Las hay con grandes actores y con tipos que no los conocen ni sus padres. Las hay de bajo presupuesto y las que costaron más caras que el gobierno de Rozas. Bueno, todas, todas, absolutamente todas, son malas, donde desde los títulos sabés que todos van a terminar felices y que hasta los asesinos seriales comprenderán "que ser malos no los lleva a nada". Exigimos una película en la que descuarticen a Papá Noel y nunca descubran al autor del crimen!

8) El "forastero" por el que hay que fingir interés. En toda cena de 24 de diciembre siempre alguien trae un nuevo novio/novia/esposo/esposa/amante por quien, para "no hacerlo sentir incómodo/a", hay que fingir deseos de saber sobre su vida. Uno pierde la noche preguntando por cosas que no quiere saber, opinando sobre cuestiones que nos importan y dando consejos en los que no creemos. Y encima tenemos que hablarles bien del familiar que los trajo, de quien en realidad pensamos que es un neurótico incurable o una atorranta irredimible.

9) El "emotivo" al que hay que contener. En la cena en cuestión tampoco faltar el familiar, amigo o colado que de repente descubre la insoportable levedad del ser, y empieza a llorar porque sí. ¿Por qué no se enferman en noviembre en vez de molestar a la hora del helado?

10) Los "bailables" de las radios. Y no nos digas que no se merecen figurar dos veces en esta lista

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